sábado, 12 de enero de 2008

Perdida

A veces se descubre tratando de desenmarañar residuos cifrados y perdidos, permanencias de lo que aún resta en ella, de aquello que nunca ha pedido y que quizás hoy, tan cerca del fin, se siente incapaz de culminar, de completar, como si aquel maldito puzzle tantas veces resuelto se hiciera súbitamente inteligible. Acaso sea aquel pez que a pocos metros de alcanzar el anhelando remanso decide dejarse arrastrar por la corriente del río; de repente el mar y su inmensidad no parecen tan mala opción cuando las fuerzas para seguir nadando se han extinguido.

No existe consuelo para quien espera, para quien los días conforman huecos, para quien no comprende, no acepta falsas metas q se interponen, que se camuflan de deseos vanos y esperanzas arrepentidas. Ojos cerrados, apenas un recuerdo borroso del aliento de quien desearía tener cerca. A veces desiste, y dentro de sí se promete deshacerse de todo aquello que carezca de sentido. Pero con los ojos abiertos, el mundo la trae de nuevo ante un millón de certezas, de olvidos. No eres tú, le susurra al oído, todavía.